lunes, 3 de febrero de 2014

Análisis de la LOMCE (1)

Desde la entrada en vigor de la nueva Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa no hemos dejado de oir toda clase de comentarios. Hemos acudido a la fuente, y os trasladamos algunos comentarios sobre la misma que no pueden dejar de inquietarnos. Para que esta entrada no sea eterna, iremos publicando los comentarios en próximas entregas. Esperamos que os guste.

Cabe recordar que se anunció en junio del 2012, aunque ya había toda clase de comentarios en medios desde que Wert llegó al Ministerio. Inicialmente se presentó como un documento de propuestas que sería discutido y debatido con los agentes sociales representativos de la comunidad educativa, un diálogo que nunca se produjo, lo que ya era suficientemente esclarecedor no tanto del espíritu de la Ley (que también), como del talante del ministro. 
Lo cierto es que ese primer documento ya dejaba traslucir una ideología marcadamente conservadora y mercantilista, que se desprendía tanto de la Exposición de Motivos como del articulado.
La LOMCE pasó por el Congreso y no cambió esencialmente: pone la educación al servicio de las empresas, potenciando las competencias mercantilizables (o sea, vender lo mejor posible la fuerza del trabajo), y sustituye la idea de la educación para formar ciudadanos por la de la educación como mecanismo de creación de fuerza productiva. Esto supone un cambio esencial, radical, en la forma de entender la educación en España. Cito textualmente:
mejorar el nivel educativo de los ciudadanos determina su capacidad de competir con éxito en el ámbito del panorama internacional… supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por un futuro mejor
No se habla de cultura, conciencia ciudadana o democracia. Se habla de competencia, mercado y crecimiento.
Profundizando en esa línea, se establecen itinerarios que separan a los alumnos de forma muy temprana y que ofrecen pocas pasarelas entre ellos, con dos tipos de enseñanzas bien diferenciadas: las aplicadas (orientado a la formación profesional) y las académicas (orientadas al bachillerato y universidad) que se tornan cada vez más divergentes y con escasa flexibilidad y retorno, además de estar estructurando dos tipos de saberes, dos tipos de competencias. Se asunme en última instancia que hay dos tipos de pensamiento, con lo que de hecho se abandona el principio de igualdad en la enseñanza obligatoria.

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